lunes

“Casa de muñecas” de Henrik Ibsen

Nora.- Lo lamento mucho, Torvaldo, porque siempre te portaste muy bien conmigo;
pero no puedo evitarlo. Ya no te amo.
. . . Ese es el motivo de que ya no quiera vivir aquí.

. . .Perdiste mi amor esta noche, cuando vi que no se realizaba el milagro que esperaba. Entonces me di cuenta de que no eras el hombre que yo creía.

. . . Durante ocho años esperé con paciencia. Bien sabía, ¡Dios mío!, que no todos los días se realizan los milagros. Por fin llegó esta hora de angustia y me dije segura: “Va a producirse el milagro”. Mientras estaba en el buzón la carta de Krogstad, no pensé ni por un instante que pudieras doblegarte a las condiciones de ese hombre. Creía firmemente que le contestarías: “Vaya a publicarlo todo”. Y cuando hubiera ocurrido eso…

. . . Cuando hubiera ocurrido eso, abrigaba yo la completa seguridad de que ibas a aparecer, a asumir la responsabilidad de todo y a decir: “Yo soy el culpable”.

. . . Vas a alegar que yo no habría aceptado ese gran sacrificio. Sin duda. Pero ¿de que habría servido mi afirmación al lado de la tuya?... Entonces bien: ése era el milagro que yo esperaba con terror, Y para impedirlo quería morir.