lunes

“Señorita Julia” de August Strindberg

Julia- Yo nací, por lo que pude deducir, contra la voluntad de mi madre. Por eso ella decidió hacer de mí un ser primitivo, me educó cómo si fuera una niña salvaje suelta en la selva, al margen de la corruptora civilización. Además tenía que aprender todo lo que aprendían los chicos, porque yo iba a ser la prueba viviente de que una mujer puede hacer lo mismo que cualquier hombre. Tenía que vestirme de varón, aprender a cuidar caballos, pero tenía prohibido entrar al gallinero. Tuve que limpiar y cinchar a los caballos, ir de caza e incluso ir al matadero… ¡Qué horrible! Y en la finca ponían a lo hombres a hacer trabajos de mujeres y a las mujeres los de los hombres… La hacienda comenzó a decaer y nos convertimos en la burla del pueblo. Por fin mi padre se despertó de su encantamiento y se reveló ante mi madre. Todo se volvió a hacer cómo el quería. Y, entonces, mis padres se casaron en secreto. Mi madre se enfermó, no sé bien que tuvo, pero seguido tenía ataques de nervios y se escondía en el desván o en el jardín, y a veces pasaba toda la noche fuera de casa. Para esa época ocurrió el gran incendio del que habrás oído hablar.